El Nenúfar y la Mariposa


Se pasaba el tiempo, se pasaba, entre horas muertas que llegaban. En el estanque todo era tranquilo y agradable. La quietud se dejaba notar entre las hojas, rodeadas de flores rosas y algunas mariposas. Sólo lo interrunpía el croar de la rana cuando al sol se ponía y cantaba. Esa placidez que te da el silencio a tu alrededor mientras contemplas la silueta de la flor sumergida en su charca. Ese olor que percibes de la hierba fresca, del musgo y del agua. Esas caricias que de vez en cuando el aire fresco te regala. Ese rayo de sol que te rosa con calor en tu piel mojada. Se pasaba el tiempo, se pasaba.
El nenúfar, continuamente malhumorado y protestando siempre estaba diciendo: yo no sé hasta cuándo voy a estar aquí, cuánto tiempo voy a vivir, ¿y si me quedo sin agua?. La mariposa que lo escucha le contesata: yo no soy flor y mi vida es un soplo, a la entrada del invierno pierdo mi brillo y colores. Yo quisiera ser como la flores, quisiera ser como las plantas, que la vida generosa, años les regala. Si miras a tu alrededor y vives esta paz y este sosiego podrás vivir intensamente, tendrás vida plena y podrás disfrutarla. La felicidad está formada de aquellas pequeñas cosas que te hacen sentir bien y que son la riqueza del alma. Mira en tu interior y no pienses en mañana.

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