Día de todos los Santos


En Noviembre día de todos los Santos. Día de tributos y de rendir homenaje al recuerdo de todos los que no están fisicamente con nosotros. Día de seres queridos que alojamos en paredes blancas. Camposantos que se llenan de flores y trasiego, caminos que serpentean entre lápidas y cruces. El silencio al que tanto nos tienen acostubrado se convierte en murmullo. Lo que cada uno de nosotros guardamos en nuestra memoria cada día del año lo sacamos afuera y lo hacemos en un grito unánime de expresión colectiva. El sentir brota por doquier, se percibe, se siente, casi se materializa y se deja ver en cada gesto y en cada movimiento de las personas que se afanan en adecentar los mármoles, las inscripciones y los ornamentos. Se hacen palpables el respeto, el dolor y el consuelo que se conjugan al unísono en cada flor, en cada pétalo, en cada ofrenda que se rinde a quienes queremos. Se marcan las siluetas, se deja ver el brillo en los ojos y asoman lágrimas furtivas. Un suspiro retiembla en tu interior y te recorre el pecho mientras aceptas con resignación la única realidad de la vida: que todos nacemos y morimos. La vida empieza y acaba. En Noviembre tiempo de hojas caidas, tardes grises y día de todos los Santos. También de conservar y honrar la memoria de quienes queremos y seguiremos queriendo por siempre.
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