El milagro de La Vida.


En la inmensidad del espacio, en los confines del Universo, en ese mundo infinito y grandioso, oscuro y frío, cercano y lejano, existe el mayor logro que se puede experimentar: el milagro de la Vida. La posibilidad entre millones de posibilidades de que pueda surgir una célula que forme un ser vivo: que nazca, se reproduzca y muera. Es el mayor logro que se puede concebir: la diferencia entre la materia inerte y la orgánica. Un ciclo que se formó en un lugar recóndito y diminuto, insignificante y perdido entre millones de cuerpos celestes, estrellas y planetas. En esa gran mancha oscura y densa hubo una vez ese gran milagro, surgió en un planeta dentro de la Vía Láctea llamado Tierra. Un granito de arena en un mar de galaxias y sistemas planetarios. Ese pequeño cuerpo flotante fue el gran afortunado que pudo albergar la proeza de la Vida. Como si se tratara de un laboratorio, la fortuna quiso que en ese momento, en ese espacio y tiempo se dieran las circunstancias apropiadas e idóneas que hicieron de marco para el primer ser vivo. Las combinaciones perfectas que pueden ocurrir tal vez cada miles de millones de años: elementos, presiones, temperaturas, energías, todas al unísono para esta concepción. Un milagro que puede ser único e irrepetible. Ese planeta diminuto era una gran bola de fuego formada por los gases hidrógeno y helio, una nube de gas y polvo cósmico, un cuerpo inhóspito donde era impensable e improbable que alguna vez pudiera existir ningún atisbo biológico. En este gran proceso se fueron sucediendo una a una todas las etapas necesarias para el origen de las primeras moléculas prebióticas y todas las necesarias para que a su vez se mantuvieran. La creación del Sistema Solar, la distancia apropiada a este Sol también recién creado que suministró luz y temperatura para que las primeras células pudieran seguir viviendo y evolucionando, así como la formación y transformación de todos estos elementos que intervinieron dando origen al oxígeno en su estado gaseoso y líquido, o sea la aparición de un aire respirable y la imprescindible agua que hizo de cuna a las primeras células. Se había producido algo increíble, la materia se movía por sí sola, los primeros seres se formaron y nacieron en el seno de los océanos formados en ese diminuto planeta. El agua como fuente de vida y procreación. Ya lo más importante había sucedido con las primeras formas incipientes, con el surgir de los primeros seres unicelulares se había conseguido el mayor logro que se podía dar, el primer paso hacia la Vida. A partir de ahí ya era todo cuestión de tiempo. En el transcurso de miles de millones de años esos seres unicelulares se agruparon y surgieron otros mucho más complejos: los pluricelulares. La carrera de la Evolución se había puesto en marcha: ya era cuestión de tiempo y más tiempo. Un enorme y dilatado proceso evolutivo fue dando lugar a peces, ambifios y plantas...comenzó la diversificación y la especialización de las especies. Hubo una Era donde los grandes reptiles ocuparon el planeta, y llegaron a la cúspide evolutiva dominando todos los elementos: tierra, mar y aire, fueron los Dinosaurios, sin embargo sucumbieron, se extinguieron para siempre dando la oportunidad a un nuevo orden en la carrera de la vida. En esta ocasión el relevo lo tomó los mamíferos, aparecieron los primeros seres de sangre caliente que amamantaban a las crías a través de unas glándulas que suministraban leche como alimento. Comenzó el camino hacia el hombre. Los mamíferos ocuparon todo el planeta y generaron varias especies de homínidos de las cuales sólo llegó hasta nuestros días el Homo Sapiens; el desarrollo del cerebro hizo su supremacía sobre todas las demás especies, unido a los cambios morfológicos que lo hicieron bípedo y su habilidad para usar las manos como unas precisas herramientas. El hombre, ese mamífero emparentado con los grandes simios provistos de un cerebro que le permitía comunicar, deducir y pensar. La especie humana como resultado de un infinito proceso de selección natural, evolución y la combinación de elementos y energías. El milagro de la Vida se hizo un hueco en aquella primera bola de fuego, en aquel cuerpo incandescente perdido el en Espacio. Se produjo un cambio maravilloso que hizo que pudiéramos existir. Gozamos de un planeta rebozante de vida, ecosistemas diversos repletos de especies animales y vegetales, el agua ocupa el 70 % de la superficie. Aquel cuerpo inhóspito hoy es un oasis en el Cosmos frío y oscuro. Hemos tenido el gran privilegio de dirigir nuestras vidas y nuestro entorno, pero también tenemos la gran responsabilidad de conservarlo y mantenerlo. Hoy aquella bola de gases y polvo es un planeta Vivo, es una joya en el Universo, es nuestro planeta azul, nuestra belleza azul. Todos sin excepción tenemos el gran deber de que la vida continúe por siempre en la Tierra. Esta vida que se formó a través de un camino de millones de años. Hemos visto nuestro pasado, conocemos nuestro presente y dirigimos nuestro futuro. Ojalá sea un futuro lleno de Vida y Esperanza para nuestra especie y todas las que comparten nuestro mundo. Nuestro bello mundo, nuestro pequeño planeta: La Tierra. Que el camino de la Vida siga su curso...

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