SIDA - Memoria histórica

Corría el año 1.981 cuando saltó una noticia en los medios de comunicación que hablaba de una extraña enfermedad contraida en una pareja de homosexuales de San Francisco. Recuerdo que yo tomé contacto con la noticia a través de una conocida revista que lei en el autobús que me traía de San Fernando en Cádiz hacia Málaga en donde estaba realizando la instrucción del servicio militar obligatorio en La Marina. La verdad es que en cinco horas de viaje tuve ocación de leer todo al menos dos veces. En esta publicación comentaba que afectaba al sistema inmunológico del paciente, que debilitaba sus defensas, que aprobechaban otras enfermedades oportunistas y que un simple resfriado se podía convertir en una neumonía y producir la muerte. Cualquier dolencia leve en una persona sana se convertía en mortal para una persona con este síndrome. La esperanza de vida para un enfermo de SIDA era realmente corta, podía ser meses o a lo sumo un año. La primera bomba informativa fue que se relacionó este virus con la homosexualidad porque se dieron en ellos los primeros casos, el miedo se extendió en la comunidad gay de San Francisco y de ahí al resto del mundo. El desconocimiento sobre lo que estaba sucediendo hizo que saltara todo tipo de especulaciones, nadie sabía como se contraía y se convertía en una enfermedad fulminante y mortal que no tenía tratamiento alguno. Los científicos no se ponían de acuerdo sobre sus causas y no daban ningún tipo de explicaciones de cómo se transmitía. Esto creó un rechazo y un verdadero aislamiento social hacia los enfermos y portadores, ciertamente se convirtió en la lepra de siblo XX. El enfermo tuvo que luchar contra su enfermedad y contra su situación de marginalidad y rechazo. Sí, enfermos y sólos; se encontraban estigmatizados. Se pensaba poco menos que podíamos contagiarnos hasta con el aire, con el mero tacto, o con comer o beber de su cuchara o su vaso, hasta de usar el servicio. La sociedad le dío la espalda y se convirtieron en excluidos. El miedo era muy fuerte y el desconocimieto aún más, los enfermos estaban condenados a permanecer en el anonimato para no sentir ese rechazo, agravado por la doble moral con las connotaciones que lo asociaba a la transimisión por vía sexual y las jeringillas de heroina. Se encasilló en unos determinados grupos sociales que ya de por sí padecía y conocían la marginalidad. Los primeros que lo padecieron: homosexuales, heroinómanos y hemofílicos. Incluso familiares y amigos, el miedo era aún más fuerte que los lazos afectivos. En aquellos primeros años SIDA era sinónimo de rechazo, soledad y muerte. Se pensaba en recluirlos en espacios dedicados sólo para ellos. La primera lanza que se rompió a favor de los enfermos dió la vuelta al mundo cuando la pricesa Diana de Gales daba la mano a un enfermo en un hospital sin utilizar guante. Esta mujer rompió el primer ladrillo del muro que los separaban de su reclusión e hizo que se tambalearan las conciencias de muchos. Las investigaciones que se disputaban dos asociacines científicas empezaron a dar algunos frutos y a finales de los años 80 ya se sabía con certeza que los medios de transmisión: eran exclusivamente vía sexual y sangre. No había ninguna otra forma posible, ni por contacto, ni por saliva, ni ningún otro medio; pero el miedo, yo diría más bien el terror, la psicosis colectiva, ya se había instalado en toda la población, y a pesar de que ya se concocían las causas, el aislamiento y el rechazo hacia los enfermos persistía. Por otro lado, todo el desconociento que hubo durante esa primera década hizo que todos se relajaran a la hora de tomar precauciones, en definitiva era "la enfermedad gay", "la enfermedad rosa", como se le denominó durante largo tiempo, y el virus empezó a afectar a todos por igual, los heterosexuales también la contraían, las mujeres embarazadas la transmitían al feto y el Mundo tomó conciencia que el SIDA era cosa de todos. Por desgracia se convirtió en una pandemia a escala mundial. Yo, desde estas lineas quiero rendir homenaje a todas aquellas personas que sintieron no sólo la enfermedad, sino todas sus crudas y crueles concecuencias. A aquellas personas que se sinteron rechazadas y marginadas y que se les trataron injustamente. Que fueron víctimas no sólo de un virus sino también de toda una Sociedad. Ojalá que en donde estén se encuentren un poco menos sólos. Va por ellos...

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