No hay palabras


Vemos imágenes desoladoras que se están produciendo en el Líbano con los continuos bombardeos por parte de Israel, y que están sufriendo la población civil, sin ir más lejos la noticia de ayer fue que habían muento en uno de estos bombardeos más de 30 niños, treinta vidas inocentes que no saben nada del mundo de los adultos, conocen los efectos y no conocen las causas, vidas arrebatadas por la sinrazón. Sencillamente no hay palabras que puedan definir ni describir semejantes actos. Tanto dolor y sufrimiento entre personas sencillas y humildes que sólo quiere hacer su vida como uno más, como quisiémos poder hacerla cualquiera de nosotros. Cuando presenciamos semejantes acontecimientos mi mente sólo piensa cómo podemos llegar a tales extremos del dolor gratuito, de crear tanta desesperación, tanta agonía, tanta sangre derramada. Esas miradas perdidas e incrédulas, lejanas, ausentes, tristeza que se refleja en los rostros, en las pupilas sin brillo, sin nada. ¿Cómo el ser humano deja de ser humano, insensible, implacable con los demás?, ¿en dónde está la empatía, la humanidad, el respeto a la vida? ¿cómo se pueden cometer semejantes hechos, semejantes atrocidades que van en contra los principios elementales que nos hacen ser lo que somos?. La locura en que vivimos se impone a la cordura y al sentido común, nos acostubramos a ver cada día imágenes de destrución y muerte, de sufrimiento y agonía, es algo rutinario que va aconteciendo y forma parte de nuestra vida diaria como ir al trabajo o al cine, es algo más a lo que nos hemos adaptados a tener y convivir, es lo ordinario y no lo extraordinario. ¿Qué somos y a dónde vamos? La lágrimas y desesperación de unos se mezclan con la impasividad y los caprichos de otros. Los dos extremos del mismo palo cada vez están más cerca uno del otro al punto que se tocan, se diluyen se mezclan, se invienten. Coexinte la muerte con la risa, la desnutrición con el abundancia, la enfermedad con el lujo, las miserias con la arrogancia. Es como el orden del caos donde nada tiene el más mínimo sentido. La Historia se repite una y otra vez, Vietnan, la Guerra del Golfo, ahora el Líbano, mañana...todo vuelve a ocurrir de nuevo, en muchas veces por acción y en otras muchas por omisión, el final es el mismo: muerte, destrucción y dolor, mucho dolor, muchas vidas sesgadas por el poder de unos y por la indiferencia de otros. Unos los Señores del Mundo, otros las conciencias dormidas, otros el ansia de Poder a cualquier precio, el resto a mí no me pasa, los pocos que dominan los muchos. Unos las manos ejecutoras, otros espectadores y los demás no quieren saber nada, pero todos estamos juntos en el mismo lugar, en el mismo escenario, pero en distintos sitios. Vivimos codo con codo, pero nos damos la espalda, vemos muchas rodillas inclinadas y pocas manos extendidas, mucha garganta que grita y poca respuesta y medida. El hambre puede sobre la compasión, las barrigas se hinchan y las caravelas se multiplican, las lágrimas fuyen y emanan por las mejillas y en el alma. La profunda huella que nos traspasa, que incluso llega mucho más allá del cuerpo, mucho más del ser hombre, llegando a los límites de nuestro orígen, de nuestra naturaleza y nuestro Karma. No hay palabras.

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